sábado, 20 de noviembre de 2021

Si mi cerebro determina mi comportamiento, ¿soy solo mi cerebro?.

Cuando se presenta este interesante dilema, pienso en dos maneras distintas de responder.

La primera, es que sí, puede ser verdad esta afirmación. Puede ser que yo solo sea el súbdito de las sustancias químicas que genere mi cuerpo, puede ser que este regule mi ánimo, mi comportamiento, lo que viene siendo mi forma de ser.

Pero no considero correcta esta afirmación, por la sencilla razón de que no creo que nuestro comportamiento solo se rija por nosotros mismos, considero que hay elementos exteriores, situaciones que no podemos controlar y también nos cambian. Siempre hay momentos que no dependen de nuestro cerebro ni de las sustancias químicas que generamos que cambian nuestro modo de actuar.

Independientemente de que con el tiempo esas cosas buenas o malas que nos pasan, acaben repercutiendo en sustancias que nuestro cerebro genera, creo que la gran mayoría de ocasiones en las que nos encontramos bien o mal, están determinadas por cosas que han sucedido, y no porque nuestro cerebro lo quiera así.

Se supone que nuestro cerebro nos ayuda a conseguir racionalidad, y hay mucha gente que está dispuesta a hacer la mayor de las locuras por determinados sentimientos, entonces creo que es un poco incoherente decir que nos controla lo que nos proporciona racionalidad, y que eso que nos proporciona racionalidad, se encarga de obligarnos a hacer los actos más irracionales.

Definitivamente nuestro cerebro influye en nuestra manera de ver la vida, en nuestros estados de ánimo… Pero también influye y cambian los actos, los problemas, muchas veces los problemas sufridos de pequeño, cambian nuestra forma de ser o de percibir el mundo, y esos actos no vienen determinados por el cerebro, ya que, que cuando fueses pequeño te sucediese algo malo, no dependía de ti, ni de tu cerebro, sino de elementos exteriores que eres incapaz de controlar.

Por ello no considero que las personas sean únicamente cerebro, pero si creo que la gente es la esclava de su propio cerebro, al final por mucho que desees sentirte de una manera, no te vas a sentir así por arte de magia, pero ahí es donde entra la voluntad, la voluntad del cambio, que reside en ti, tu cerebro puede pedirte que estés triste, pero tu voluntad puede intentar remediarlo.

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